Comentario
La sociedad del Antiguo Régimen era estructuralmente pobre. La pobreza alcanzaba a muchos individuos sin tan siquiera respetar las fronteras de los grupos privilegiados. Gran parte de la población rural era pobre. Jornaleros, pequeños arrendatarios, propietarios y aparceros subsistían a menudo en condiciones límite de malnutrición y hacinamiento. La pobreza como peligro potencial de subversión social fue observada con preocupación creciente por las clases dominantes, pero lo que más preocupó a la sociedad del momento fue la cantidad creciente de vagabundos. Los extremos alcanzados por el fenómeno del vagabundeo y la mendicidad propiciaron la promulgación de disposiciones por los poderes públicos para limitar estas prácticas.
El progreso del Estado moderno renacentista llevó aparejado el auge de la intolerancia. El control político no se concebía sin una uniformidad ideológica que no dejara fisuras a la disidencia. En estas circunstancias, las minorías religiosas fueron objeto de discriminación e, incluso, de persecución. Pero la represión de la disidencia religiosa no se limitó a España ni al mundo católico. Las Iglesias reformadas resultaron a veces tan intolerantes o más que la Iglesia romana. Las persecuciones religiosas provocaron emigraciones forzadas, originando focos de refugiados en diversas zonas de Europa. Las minorías étnicas y étnico-religiosas padecieron una constante y en ocasiones implacable presión social y oficial.
Las tensiones sociales latentes en el siglo XVI desembocaron en sublevaciones abiertas en los momentos en los que los factores de conflictividad alcanzaron un alto grado de condensación y se añadieron a ellos cuestiones coyunturales. Sobre un fondo general de profundas diferencias sociales, las causas detonantes más frecuentes de las revueltas eran los abusos señoriales, la presión fiscal y las carestías. En las ciudades, la escasez de alimentos y la protesta contra los impuestos constituyeron los principales precipitantes de los levantamientos populares, causados también por tensiones sociales previas y mezclados en ocasiones con problemas religiosos. Con cierta frecuencia, la revuelta venía acompañada de la añoranza de un modelo idealizado de buena administración situado en épocas anteriores. Los levantamientos sociales se dotaron por lo general de una organización espontánea y actuaron por objetivos concretos a corto plazo, aunque a veces esgrimieron un discurso radical que amenazaba con la subversión del orden social. Si la revuelta representó la manifestación colectiva de la tensión social, el bandidismo constituyó un conducto de escape individual para la misma.